C’est la vie! – mi gran boda francesa
Ayer tuvo lugar la premiere de C’est la vie! (A Contracorriente Films) en los cines Comedia de Barcelona, donde pudimos disfrutar de la presencia de sus directores, que hicieron una breve presentación del film conminando a los espectadores a que no dudáramos en reír todo lo que nos apeteciera.
Una boda demencial
Las bodas son uno de esos escenarios donde todo parece posible; la amalgama de personajes presentes, desde el típico cuñado corbata a la cabeza hasta la tía bailona, pasando por sobrinos enfurruñados y rencillas familiares regadas en vino, ha sido en diversas ocasiones un terreno irresistible para el cine: La boda del monzón, Mi gran boda griega o incluso REC 3 son sólo unos pocos ejemplos que han sacado partido de toda la fauna emperifollada que hace acto de presencia en los enlaces matrimoniales. C’est la vie!, film dirigido por los realizadores Eric Toledano y Olivier Nakache (Intocable, Samba), coloca el foco, no sólo en el surtido de invitados sino también (y principalmente) en el personal que se encarga de organizarlas. Evidentemente, la comedia está servida.
Max y su equipo se encargan de organizar bodas de perfil alto; ¿su último encargo? Una celebración en un chateau del siglo XVII de la que se espera una recepción chic y elegante, tanto como para incluir al personal vestido como lacayos de época. Un novio bastante capullo, una futura esposa cortejada, un fotógrafo centrado en “socializar” y una encargada de carácter fuerte son algunos de los ingredientes dentro de una olla a presión… que no termina por estallar.
Humor a la francesa
C’est la vie! es una comedia ligera y bastante más amable de lo esperado, en la que algunos de sus gags funcionan muy bien (el novio volador, el carisma del animador de bodas) pero muchos otros están demasiado encorsetados en roles predefinidos.
Casi pueden verse los engranajes del proceso de creación del guión, trufado de personajes producto de un brainstorming: ¿quién podría hacer gracia en una boda? ¿Qué tal si ponemos a un maitre que no arranca al hablar, a otro que apunta lo obvio y a otro que no entiende nada? La película suelta la ristra de personajes, cada uno con un rasgo característico supuestamente hilarante, y espera que alguno haga gracia; y aunque lo cierto es que sí, efectivamente, algunos lo logran, la maquinaria del film termina por acusar algo de cansancio por tan pocos recursos para dos horas de metraje.
Lo mejor de la función, aparte de los mencionados gags que dan en la diana, es la interpretación de Jean-Pierre Bacri (Grand froid), la más complementada (no tanto por sus acciones y palabras sino por sus gestos y dotes interpretativas). Si bien el reparto es bastante coral, con actores como Suzanne Clément (Laurence anyways) en un rol algo sonrojante y Vincent Macaigne (Las inocentes), la trama se apoya sobre todo en los personajes de Max, Adèle y el fotógrafo, componiendo un tapiz de perspectivas sobre la locura de organizar una boda y estar a la altura de las circunstancias.
Otro detalle a apreciar es cómo Max trata de lidiar con filosofía ante la ineptitud de sus empleados y las exigencias de sus clientes, rodeado de un escenario que, aunque prefabricado y repleto de tópicos, es la viva esencia de la felicidad… cuando su vida personal se está cayendo a pedazos. Mantener con precisión suiza todos los detalles de la boda y observar a distancia su propia crisis existencial aporta un matiz interesante que da algo más de profundidad a este desparrame de gags en el que lamento no haber encontrado nada más “brutal” y desfasado en un caldo de cultivo que no llega a prosperar.
C’est la vie! se queda en un film más dulce de lo que pretendía, entretenido y simpático, pero falto de puntería satírica y de algo más de mala baba que un poco de sal en los hojaldres.
Ficha C’est la vie! Filmaffinity
Trailer C’est la vie!