‘Yo, Cristina F.’ – caída a los infiernos

Yo, Cristina F.

Cuando hacemos memoria de las películas que nos han marcado, suelen aflorar los impactos que el cine, muy amablemente, nos suministra a lo largo de la vida. Algunas veces, estos golpetazos vienen dados por la empatía generada por las situaciones que conocemos bien; otras, en cambio, el choque se produce al toparnos con una realidad ajena y aterradora. Cristina F., un nombre femenino sin apellido, como si de una Jane Doe se tratara, se convirtió para mí en la personificación de toda la mitología referente a las drogas a la que puede tener acceso cualquier adolescente.

Cristina F -Christiane en la versión original- es una joven de catorce años que vive en Berlín a mediados de los años 70. Fan de David Bowie y atraída por la escena nocturna berlinesa, Cristina empieza a transitar las discotecas de moda, donde conoce a Detlev y a su grupo de amigos. Enamorada de Detlev e influida por los coqueteos del grupo con los drogas, la joven entra en una espiral de consumo que podría carecer de retorno.

En el Berlín de los años 70

Si tenemos en cuenta la cantidad de droga que se movía en el Berlín Occidental durante la década de los 70, tiene su gracia que David Bowie escogiera la capital alemana para librarse de su adicción a la cocaína. La biografía en la que se basa Yo, Cristina F. se titula Nosotros, los niños de la estación del Zoo”, haciendo referencia a la parada de metro donde era usual ver a los yonquis chutándose heroína u ofreciendo servicios sexuales de todo tipo para pagar sus dosis.

La cinta de Uli Edel toma la historia real de Christiane Vera Felscherinow, quién se hizo tristemente célebre a nivel mundial por su condición de toxicómana. Lograr mostrar la espiral de destrucción en la que caen Cristina y sus amigos no era una tarea sencilla; sin embargo, Yo, Cristina F. tiene la incómoda virtud de adentrarnos de lleno en su cruda realidad, sin efectismos pero también sin paños calientes. Es así como conocemos -y no olvidamos- a unos adolescentes en caída libre, al mismo tiempo que somos partícipes de un periodo de la sociedad berlinesa en la que miles de jóvenes cayeron víctimas de las drogas.

Yo, Cristina F.

La verdadera Cristina F.

Si bien Yo, Cristina F. se basa en la primera autobiografía de Christiane Vera, convertida en lectura obligatoria en muchos colegios alemanes- existe una segunda biografía tardía sin un ápice de optimismo. La verdadera Cristina sigue viva, pero avasallada por las enfermedades producto de una adicción que no la abandonó jamás y que ha marcado por completo su vida.

Parte del valor del filme de Uli Edel es el realismo descarnado de los efectos de las drogas, algo que se intensifica teniendo en cuenta que sus consumidores son unos críos. Adolescentes que terminan tirados por el suelo del metro, capaces de prostituirse por unos pocos billetes que sigan alimentando su adicción. El testimonio de Christiane fue, pues, una base repleta de autenticidad que sirvió para plasmar en pantalla todo el horror y la decadencia producto de las drogas.

Los actores elegidos para presentar esta realidad también fueron clave a la hora de fijar la película en la memoria de muchos. Natja Brunkhorst, escogida entre 2.000 chicas a la tierna edad de trece años, fue la encargada de dar vida a Cristina. Por su parte, Thomas Haustein, quien dio vida a Detlev, a día de hoy trabaja como asistente social ayudando a drogadictos en situaciones similares a las de aquel chapero de quince años al que interpretó décadas atrás.

Yo, Cristina F.

Entre melodías de David Bowie

En Yo Cristina F. la posibilidad de idealización de las drogas es escasa, por mucha canción de David Bowie que haya pululando por su metraje. El glamour del rock y de las drogas no tiene lugar en un filme de estilo casi documental, donde cada consecuencia se ve radiografiada en primeros planos. Sus protagonistas están juntos en la debacle; su relación exenta de cualquier romanticismo atribuible. No hay nada encantador en verlos abrazados entre temblores, tratando de sobrevivir a la falta de dosis, ni tampoco contemplándose entre miradas nebulosas a poco que su efecto se disipe.

Cristina F. enseñó a muchos y a muchas la verdadera cara de las drogas. Faltos de idealización, nos dimos con ellos de bruces contra el duro y mugriento suelo que te da la bienvenida cuando decides dar la espalda a todo lo demás.

Ficha Yo, Cristina F. Filmaffinity

Trailer Yo, Cristina F.

Noemí Escribano

Comunicadora Audiovisual, lectora voraz y procrastinadora nata.

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