‘Revenge’ – venganza a la luz del día

Revenge

Da comienzo Revenge y, a lo largo de su primer tramo, observamos a una mujer llamada Jen –fantástica Matilda Lutz– de una manera muy similar a cómo la miran sus compañeros. La cámara recorre su anatomía, recreándose en sus curvas, en sus miradas juguetonas y en sus movimientos sensuales. Básicamente, compartimos mirada cosificadora a través del estereotipo de una mujer que parece hecha para el deseo. 

De golpe, una agresión, una huida y un giro de los acontecimientos marcan un punto y a parte en la manera cómo la directora Coralie Fargeat elige tratar a su protagonista femenina. La cámara se recrea una vez más, pero la visión que obtenemos de Jen es, ahora, muy distinta. Observamos en detalle un cuerpo, pero esta vez sin intención lujuriosa sino descriptiva. Estamos viendo el cuerpo de una mujer decidida a obtener su venganza.

Revenge: de la cosificación al empoderamiento

Revenge pasa de ofrecernos a una mujer bajo el escrutinio heterosexual masculino a otra visión basada en el empoderamiento y la toma de control. Sin duda, éste es uno de los elementos más interesantes de una virtuosa ópera prima que, más allá de quedarse en una mera reivindicación de poderío femenino -algo que, ya de por sí, acoge con los brazos abiertos- brinda una cinta de venganza con poderosos planos y un manejo muy correcto de la acción. 

Revenge

El brío de Fargeat tras las cámaras nos ofrece un mensaje sin enmascarar. Aun así, su posible moraleja queda disfrazada de un entretenimiento capaz de divertir a los fans del género con sus oleadas de desacomplejada violencia. Revenge es un festín para los amantes de las venganzas bien ejecutadas que ofrece su buena dosis de desvaríos. Resulta especialmente hilarante lo fantasioso de su tratamiento de las heridas, con unas dosis de hemoglobina que superan con creces la capacidad del ser humano. Todo ello sin renunciar a resultar tensa a la vez que entretenida. 

La venganza se sirve ensangrentada

La cinta no debe ser tomada en serio como un ejercicio de acción coherente, pero sí como la andadura sangrienta a la par que inverosímil de toda una heroína de acción que resulta hipnótica y convincente. Sorprende la intensidad cromática de Revenge, cuya fotografía se regocija en la aridez del escenario e sin perder ni un ápice de personalidad en su aproximación al western. 

Existe cierta fascinación algo pueril por la sangre y las heridas, aunque ello no lastra la cinta. Por el contrario, añade un ingrediente de diversión infantil a la parte cruenta de unos personajes condenados a sufrir por lo deleznable de sus actos. Al menos yo, como espectadora, me lo pasé en grande viendo surgir a una heroína de acción de la nada, lista para lamerse sus heridas y dar caza a los que la hirieron. Y es que las venganzas cinematográficas se sirven frías y, a veces, aderezadas con un buen baño de sangre y barro.

Noemí Escribano

Comunicadora Audiovisual, lectora voraz y procrastinadora nata.

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