Las distancias – propias y ajenas

[Este texto es una pequeña reflexión surgida tras el visionado de «Las distancias»]

A menudo pienso en todas las amistades que han ido quedando atrás; es posible que resulte un ejercicio de pura nostalgia sin mayor valor que recrearse en la que ya no está, aunque yo no lo veo de la misma manera. Todas las relaciones que pasan por tu vida, de una forma u otra, terminan haciendo de ti lo que eres hoy en día, a pesar de que se formen las distancias, a menudo inevitables. Los momentos vividos juntos, las experiencias, los errores y las buenas decisiones; los cientos de fotografías que convierten tus álbumes en cementerios de historias inconclusas forman parte de las piezas que hacen de ti la persona que has llegado a ser. Es agridulce, sí, pero renegar de ello o condenar al olvido esas historias no va a eliminar el poso que han dejado o cómo te han hecho evolucionar

Las distancias de Elena Trapé es una cinta que habla de la parte más dolorosa del proceso: del preciso momento en que sabes a ciencia cierta que esa amistad ha llegado a un punto de no retorno, que está extinta por mucho que te esfuerces en insuflarle vida. Que revivir una relación no te devolverá a tu yo de aquellos años.

Guille, Olivia y Eloy han ido a Berlín a visitar a su amigo Comas por su 35 cumpleaños. Amigos desde la universidad, han vivido muchísimo juntos en esa época de transición en la que aprendes a madurar a trancas y barrancas. La despreocupación de la juventud da paso a preocupaciones más mundanas: encontrar trabajo, formar -o no- una familia, localizar tu lugar en el mundo. Da lo mismo que, en realidad, muchas de esas fiestas no fueran tan increíbles; con el tiempo, tu cerebro aprende a idealizar el pasado, sobre todo cuando tu presente se vuelve tortuoso. Aunque los vínculos tiendan a romperse, el esfuerzo por mantener esa unión no es tanto algo como llamado “amistad”, sino un desesperado intento por rescatar a la persona que eras en aquella época.

Las distancias tocará más la fibre a aquellos que han vivido situaciones similares. La sensación de frío al ubicar en tu propia persona a una Olivia empeñada en que nada ha cambiado. Precisamente, es gracias a Alexandra Jiménez, una actriz que aporta valor a cada producción a la que se suma, por quien sentimos como reconocible lo que se plasma, convirtiendo Las distancias en algo cercano.

Los amores inconclusos, las madrugadas de exaltación bajo las luces de la discoteca, las confidencias de regusto etílico, la valentía de la noche, la cobardía del día, los silencios, las risas. Nada de esto me es ajeno, y al final siempre se queda contigo tanto aquello que perece como lo que sobrevive con el pasar de los años. El recuerdo de una habitación en compañía de conocidos y, a la vez, extraños; y al final, la tristeza al sentir la certeza de la desconexión y de que, lo que parecía para siempre, tenía fecha de caducidad.

Pido que los que lean esto comprendan las digresiones, pero Las distancias habla de todo esto y de más cosas: eso no significa que la película de Elena Trapé establezca un testimonio universal de lo que pasa con los amigos a lo largo de los años. No tiene por qué ser así. Pero lo cierto es que, tristemente, a menudo pasa.

Las distancias se suceden cuando tú o ellos ya no estáis en el mismo plano que tiempo atrás. Que, en definitiva, las cosas cambian. Hay veces en que la distancia, como tal, no es capaz de romper una amistad, pero otras veces ésta es el toque de gracia que hacía falta para finiquitar algo ya acabado.

Así que por mucho que Olivia recuerde con una sonrisa lo que era bailar al son de Los Fresones Rebeldes -cuantas veces he cerrado la discoteca con “Al amanecer”- al final de la melodía queda una realidad esclarecedora.

Al final, los amigos son la familia que escoges, pero es posible que algunos de ellos no quieran ser los elegidos o que tú mismo, casi sin darte cuenta, marques la distancia necesaria para que no haya más continuidad. 

Ficha Las distancias, de Elena Trapé.

Las distancias está disponible en Filmin. 

Clip Las distancias

Noemí Escribano

Comunicadora Audiovisual, lectora voraz y procrastinadora nata.

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