‘Muñeco diabólico’ – el regreso de Chucky
Me gusta la dirección que está tomando la hornada de cine de terror de este año. Tras haber disfrutado El hijo y en estado de hype continuo por las esperadísimas Midsommar e IT 2, llega a la pantalla grande el reboot de Muñeco diabólico. Un relanzamiento que recoge uno de los iconos de terror de los 80 y le da nuevos bríos. Dirigida por Lars Klevberg, la cinta opta por un enfoque gamberro, que explota la premisa de la amistad en la era tecnológica sin provocar miedo pero sí unas cuantas carcajadas.
Andy (Gabriel Bateman) es un chico con problemas para relacionarse a quien su madre (Aubrey Plaza) le regala el muñeco de moda, Buddi (voz Mark Hamill). El compañero de juegos ideal pronto se revelará con una lealtad macabra que le dará muchos quebraderos de cabeza a su dueño.
Reinventando a Chucky
Lo primero que hay que tener en cuenta de Muñeco diabólico es que, pese a retomar al Chucky que todos conocemos, en enfoque de la trama es totalmente distinto al de la cinta original. En este caso, el muñeco no está poseído por un asesino en serie, sino que toma la perspectiva de una era rayana al autismo tecnológico desde un punto de vista más cercano a lo visto en Black Mirror o en la reciente Love, death & robots. Es decir, que la inteligencia artificial puede llegar a tomar vida propia hasta el punto de hacer peligrar la vida tal y como la conocemos.
Si bien esta idea no es nada original -la hemos visto en cantidad de distopías y acercamientos tanto literarios como cinematográficos- sí aporta a la cinta un enfoque renovado que casa bien en tiempos de paranoia tecnológica y de sobresaturación de las redes sociales. En esta era de hiperconectividad, no es descabellado pensar que las nuevas formas de socialización puedan llegar a un escalafón más en el cual vivir y socializar a través de las máquinas.
Andy encuentra en Chucky un compañero fiel que se no se burla de su sordera, que parece comprenderle y que demuestra un lealtad que, como iremos viendo, se volverá enfermiza y retorcida. Ya os podéis imaginar que todo derivará en un festival de muertes -quizás no tantas como las deseadas dadas las posibilidades del “encantador” moñeco-, pero sí satisfactorias a efectos de gran gamberrada con tintes de humor negro.
Humor macabro
El principal punto fuerte de Muñeco diabólico es el carácter de Chucky (y el excelente trabajo de Hamill), que absorbe todo tipo de estímulos y referencias -algunas de ellas de culto, que serán reconocidas tanto por el gran público como por los amantes del género de terror- dando pie a algunas de las mejores chanzas de la película. Y sí, aunque no es original, lo cierto es que Muñeco diabólico funciona como el producto de divertimento que es. No faltan los scare jumps ni la autoconciencia de reboot, pero gracias a que ponen el foco en la parte deliciosamente macabra -la escena de las luces navideñas- supone un simpático ejercicio de terror soft con algo de hemoglobina slasher.
Y sí, puede que la despersonalización de Chucky respecto a un tropo más global como es el del terror a la IA le haga perder el toque original, pero lo cierto es que la Child’s play de los 80 no ha envejecido demasiado bien. En vez de rehacer de forma rutinaria la fórmula, al menos se nos brinda una obra bien llevada y con algunos hits muy disfrutables. Incluso las frases más memorablemente estúpidas suponen momentos de carcajada que agradarán al público en busca de una cinta con la que pasar un buen rato.
A pesar de las tibias críticas conseguidas, para mí Muñeco diabólico funciona como un buen entretenimiento veraniego, con un reparto solvente y un nuevo Chucky -comercial, sin duda- pero lo suficientemente carismático como para ganarse un puesto destacado entre las propuestas de terror del año. ¿Será una franquicia? Supongo que el tiempo -y la taquilla- acabarán resolviendo la duda…
Ficha Muñeco diabólico Filmaffinity
Trailer Muñeco diabólico