Lo que esconde Silver Lake – entramado bajo la superficie

La anterior película del director David Robert Mitchell, It follows, me sorprendió muy gratamente: una propuesta inquietante acomodada con naturalidad en un discurso basado en la pérdida de la inocencia y la aceptación de una muerte que nos asola, asentado en un terror sobrio pero latente a lo largo de toda la cinta. Por esa razón, las ganas de descubrir su nuevo proyecto con Lo que esconde Silver Lake eran enormes… tanto como ha sido parte de la decepción al descubrir un filme que, pese a tener ideas muy buenas de fondo, contiene un desarrollo desmedido tanto en su batiburrillo de tramas como en la mezcla de géneros.

Sam (Andrew Garfield) es un joven desempleado que ocupa el tiempo fijándose en detalles que nadie más ve. Un día descubre a su nueva vecina (Riley Keough), una joven tan hermosa como llena de misterio, y se siente automáticamente atraído por ella. Pero cuando chica desaparece, Sam se embarcará en la misión de descubrir qué ha sido de ella, aunque el contexto quizás no sea el más propicio: llueven las conspiraciones, los mensajes ocultos y, para más inri, hay un asesino de perros suelto en la vecindad…

La conciencia de lo vacuo

Encauzar este texto sobre Lo que esconde Silver Lake me va a resultar algo difícil, así que empezaremos por desgranar uno de sus aspectos de base: lo que a priori parece ser de vital importancia, termina siendo uno de tantos McGuffins incluidos en la trama, término que resulta atinado dadas las referencias a Hitchcock en la película, uno de los muchos guiños clásicos que contiene su híper saturada trama.

El film de Mitchell tiene varias ideas de fondo que resultan muy interesantes, ya que se establece una suerte de diálogo con espectador millennial, lo que desemboca en el inevitable reconocimiento de algunos de los síntomas de nuestros días. Y aunque me siento bastante alejada de ese retrato vacuo que se estila de mi generación -una sociedad alienada por el uso de las redes sociales y con el postureo como bandera- sí que me siento apelada por cómo las nostalgias son fuente de nuevas modas revestidas de superficialidad.

En un mundo en el que todo parece estar ya inventado, Sam no forma parte del engranaje, sino que resulta el ente consciente de su extrañamiento que observa sin integrarse en el ambiente. En lugar de buscar empleo, prefiere observar a través de sus prismáticos: sin embargo, esta suerte de James Stewart queda atrapado por su propio voyeurismo al conocer a su Marilyn que emerge para desaparecer en extrañas circunstancias.

La gran conspiración millennial

Si bien el tono del film está enfocado como si fuera un film noir en Los Ángeles, la cinta está constantemente imbuida por la estética pop que acompaña nuestros días -superficial y donde el rizo es rizado hasta perder forma-, y en el cual la ostentación de la originalidad acaba por desembocar en personajes víctimas de sus propias caricaturas. Lo que esconde Silver Lake no deja títere con cabeza: retrata con ridiculez nuestra cultura referencial y desmitificadora, donde un cementerio plagado de antiguas estrellas de Hollywood se convierte en el lugar de botellón de jóvenes que pugnan por triunfar sin lograrlo.

La cinta funciona bien como espejo crítico de la realidad, en el que su reflejo deslucido nos muestra una imagen hiperbólica -pero no tanto- de nuestros días. Y sí, el mensaje de que la generación millennial es imbécil -o al menos, así se la considera en gran parte- me llega alto y claro. En los detalles para el recuerdo quedan una portada de playboy idealizada, con la que masturbarse un día y, al otro, recordar la muerte de los iconos a los que tanto reverenciamos. La estampa húmeda y seductora de una Marilyn desnuda pasa a convertirse en una pesadilla surrealista y desmitificadora. Y el mentado asesino de perros queda en un misterio más que añadir a la ya saturada lista de conspiraciones que forman parte de nuestro día a día, como el compositor de todas las melodías que marcan nuestra vida y que en el fondo no significan nada.

Sam decide destapar esa gran conspiración, y el modo de hacerlo no podía ser de otro modo que absurdo, infantil y rebuscado, la clase de mapa del tesoro salido de nuestra propia mente, forjado con las referencias que nos acompañan desde niños. El mundo que rodea a Sam parece darle la razón hasta que, finalmente, le desmonta sus pesquisas de un plumazo. En Lo que esconde Silver Lake se nos hace cuestionarnos el origen de nuestros mitos, de las referencias que acunan nuestros sueños -videojuegos, películas, canciones- para luego decirnos que esos mitos que guardamos en nuestros corazones y que nos construyen están vacíos. Tirar del hilo lleva a la verdad más descorazonadora de todas: no existe discurso alguno.

El problema es que la brillantez del discurso de Mitchell queda totalmente diluido por una trama de personalidades múltiples, que resulta excesiva tanto en su exposición como en su desmesurado metraje. La presencia del asesino de perros puede ser el apunte nihilista -DOG es GOD al revés- pero lo siento, no lo compro, al igual que me resulta excesiva e innecesaria la presencia del creador conspiparanoico, la chica de los globos, el grupo de música crepusculero, la mujer búho asesina (?), el rey de los mendigos… Es como si el film hubiera sido perpetrado por un fan de David Lynch tratando de reinterpretarlo y el resultado fuera una suerte de monstruo de Frankenstein parcheado con poca maña y parido con más bien nula capacidad de espanto.

Lo que esconde Silver Lake se me hizo excesivamente larga y reiterativa, como un postre que empiezas con entusiasmo y que terminas por pura gula a pesar del empacho, quedándote con un bonito dolor de estómago. Lo que podría haber sido deslumbrante queda absorbido por la autofascinación al imaginario que se nos presenta, tanto que no sabe cuando parar y reenforcarse para ofrecernos un relato más centrado y menos a la deriva, que no termina de optar por ningún género pero que parece ansioso por mostrarlos todos. Una dimensión sobresaturada que no dispone de un mapa que nos sirva de atajo para recorrerla hasta el camino de meta.

Ficha Lo que esconde Silver Lake Filmaffinity

Trailer Lo que esconde Silver Lake

Noemí Escribano

Comunicadora Audiovisual, lectora voraz y procrastinadora nata.

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