‘Hereditary’ – la trampa del legado

Hereditary

Mi historia con el cine de terror es larga y llena de plot twists. El resumen sería que he visto lo bastante del género como para sentirme hastiada al hallar los mismos clichés en las nuevas producciones, plasmados sin mucho esmero ni encanto por sus artífices. Al final, supongo que existe una especie de confianza en que parte de los espectadores tendrá suficiente con un par de golpes musicales estratégicamente colocados. Gracias a cintas como It follows recuperé algo de confianza en el género. Sin embargo, con Hereditary puedo decir que el flechazo instantáneo que experimenté viendo el tráiler se ha consolidado en todo un romance -terrible, eso sí- de los que no se olvidan.

Hereditary: la perturbación en lo cotidiano

La familia Graham acaba de sufrir la pérdida de su matriarca, la abuela Leigh, una mujer de personalidad complicada que marcó de alguna manera a su hija Annie (Toni Collette). Mientras ella trata de centrarse en su trabajo como miniaturista para no pensar, sus hijos afrontan la pérdida de diferentes formas: Peter (Alex Wolff) no parece afectado, pero Charlie, la que fuera la nieta favorita, empieza a adoptar un comportamiento muy extraño.

Partiré de la base -sumamente subjetiva, como cualquier opinión- de que, para mí, Hereditary es una de las películas más terroríficas que he visto en toda mi vida. Su fórmula ofrece a una familia y entorno que, sin elementos paranormales de por medio, ya resulta sumamente escalofriante. Esa sensación constante de que algo va mal, sumada a una sabia utilización de los recursos del género hace que su visionado resulte toda una experiencia.

Si hubiera que pensar en referentes cinematográficos citaría La semilla del diablo o El resplandor; no por similitud con la trama si no por servir descensos a la locura y atmósferas tan opresivas como malsanas. La familia, lejos de funcionar como elemento cohesionador, ofrece una estructura desigual y acongojante, donde se expone a un horror que va más allá del miedo irracional.

Terror generacional

Precisamente, uno de los errores más típicos del género suele ser la despreocupación total por los personajes a los que debemos acompañar en la travesía. En Hereditary nos damos de bruces con una familia que, ya desde el mismo inicio, resulta incómoda sin necesidad de introducir lo anómalo en la ecuación. Sus dinámicas y la distancia emocional que demuestran hacen que su relaciones no cuajen, tocando puntos muy sensibles a nivel psicológico como el sentimiento de culpa.

Y, a pesar de ello, es difícil no sentir cierta empatía por los miembros de esta familia marcados por la desgracia. Parte de la culpa la tiene Toni Collette, soberbia en una interpretación que resulta visceral, evolutiva y llena de matices. Si a ello le sumamos la presencia de la inquietante Charlie (Milly Saphiro), el cóctel está servido.

Hereditary es una cinta que se cocina a fuego lento: la tensión es latente desde el mismo inicio, tanto en la supuesta normalidad como en las sobrecogedoras migas de pan que se desprenden en la primera mitad. A partir de un giro clave, los acontecimientos se van desmadrando en una escalada de terror constante que no da respiro hasta el clímax final, tan abarrotado en su culmen que supone una experiencia extenuante para el espectador.

Hereditary es la suma de muchos elementos y todos funcionan: una fotografía habilidosa, una puesta en escena capaz de exprimir cada detalle, los planos demoledores, lo que es mostrado sin tapujos… y lo que es elidido con inteligencia. El resultado es una sustanciosa y perturbadora radiografía de la herencia familiar, de las relaciones paterno-filiales y del lastre del que eres incapaz de deshacerte aunque te convenzas de lo contrario.

La cinta está plagada de detalles y estoy segura que ganará incluso más con un segundo visionado. Eso sí, tardaré un tiempo en tener el valor de volver a visitar a los Graham.

Ficha Hereditary Filmaffinity 

Trailer Hereditary 

Noemí Escribano

Comunicadora Audiovisual, lectora voraz y procrastinadora nata.

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