El renacido – bautismo de hielo

Un reguero de sangre y un paisaje de agua y hielo. Durante unos segundos el único movimiento perceptible es el de las aguas del río siguiendo su curso, imperturbables ante cualquier suceso. El espectador también está quieto, a la espera. A estas alturas de El renacido se encuentra helado, capaz de sentir el frío de la misma manera que los sufridos personajes que recorren esta particular odisea, una que podría asemejarse a un blockbuster dados los ingredientes reunidos pero cuyo resultado final es toda una receta de autor.

Personajes al límite

El renacido es la última (y ambiciosa) aportación de Alejandro González Iñárritu que, en su escalada por embarcarse en retos de una envergadura técnica cada vez mayor, sigue haciendo trastabillar nuestras emociones para con los personajes que presenta (y más tarde destroza) en la gran pantalla. Y es que si hay algo que caracterice el cine del director mexicano es el calado de sus protagonistas: las historias que nos ofrece casi siempre son crudas, con personas situadas al mismo límite de la desgracia y abocadas a, o bien dejarse caer al abismo, o a aferrarse con uñas y dientes en batallas encarnizadas de las que no salen precisamente ilesos.

Si bien Birdman, el film que trajo de nuevo a Michael Keaton a la palestra, tenía un tono mucho más ligero, incluso cómico en algunos momentos, en El renacido no encontramos ni un sólo respiro. No hay una sola pausa emocional que alivie las más de dos horas y media de travesía que pasamos en compañía de Glass y de esos interminables paisajes, tan bellos como crueles. Uno de los principales errores al disponerse a ver esta película es pensar que hallaremos un film de aventuras al uso, un artificio repleto de efectos de sonido y de diálogos más o menos épicos con el que acompañar unas cuantas palomitas.

La venganza se sirve fría

El renacido no nos lo pone tan fácil; el film es lento, aunque es una lentitud bien llevada, el tipo de ritmo pausado que una historia como la que nos quieren contar necesita. Viajamos con Glass y la cámara nos trae tan de cerca su dolor que compartimos en buena manera sus penurias.

Como espectadores acabamos a ras de piel, a plena carne viva, vemos su dolor y también la poética de sus ensoñaciones, que se repiten como cualquier buen suceso de dolor y pérdida en la vida de uno. Y esto es debido en buena parte gracias a la fabulosa interpretación de Leonardo Di Caprio, quien añade otra interpretación para el recuerdo componiendo a este trampero capaz de mover un cuerpo hecho de heridas físicas y emocionales gracias a la determinación por la venganza.

Una de las acusaciones más repetidas respecto al film es que es una pieza pretenciosa. Considerando el hecho de que querer ir un paso más allá no debería ser catalogado como algo negativo y que, en general, cualquier película que adopta recursos poéticos formales y de estilo más o menos evidentes siempre recibe este tipo de acusaciones, sí, podemos decir que El renacido es pretenciosa. ¿Desde cuando un film debe disculparse por algo así?

Gracias a la ambición de su director y del equipo implicado, nos han regalado una obra donde destacan tanto las majestuosas localizaciones naturales como los certeros efectos especiales. Su trama nos interpela constantemente y  nos atrapa en una estampa inacabable de frío y agonía, con unos personajes que, pese a lo poco que sabemos de ellos, llegamos a comprender a través de sus motivaciones e impulsos.

«No tengo miedo de morir. Eso ya lo hice.»

El renacido quizás no agrade a aquellos que gustan de atajos a la hora de ver una película, ni tampoco a aquellos que desdeñan la simbología formal. Son recursos que conforman una poética de la cinematografía que aporta un aura onírica al metraje, en este caso marcado también por un ultra realismo sin demasiados tapujos que duele al ser observado tan de cerca.

Es un film que recuerda al existencialismo en imágenes de Terrence Malick, incluso al de Kurosawa en una secuencia de ventisca y lealtad que trae reminiscencias de Dersu Uzala. En definitiva, bebe de un tipo de cine que no puede considerarse comercial y que crea reticencias para los poco acostumbrados a ritmos ralentizados y a silencios de varios minutos.

Sin embargo, si decides darle una oportunidad y unirte a este viaje a través de la nieve, lo más probable es que no llegues a tu destino de la misma forma que empezaste. Y es que es difícil quedarse indiferente ante una historia donde quedan retratadas dos de las facetas más poderosas del ser humano: la venganza y, sobre todo, la supervivencia.

Ficha El renacido Filmaffinity

Trailer El renacido

Noemí Escribano

Comunicadora Audiovisual, lectora voraz y procrastinadora nata.

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