‘Mujercitas’: el retorno de las hermanas March

Mujercitas 2019

Hace unas semanas dediqué un artículo a Mujercitas, la película que Mervyn LeRoy dirigió en 1949. Ahora, con el estreno de la nueva versión de Greta Gerwig (Lady Bird) toca volver al universo que Louisa May Alcott creó en su novela, probablemente en la película que mejor rinde homenaje a la autora. Una adaptación que, como veremos a continuación sin emitir spoilers, da una nueva vuelta de tuerca a la historia de Meg, Jo, Amy y Beth.

Había una vez cuatro hermanas

Mujercitas es un coming of age de cuatro hermanas tras la Guerra de Secesión de los EE.UU. La mayor, Meg (Emma Watson) es una jovencita educada y vanidosa; Jo (Saoirse Ronan) es una aspirante a escritora que desdeña los códigos de la época; Amy (Florence Pugh) es temperamental y egoísta, pero también sentida y una apasionada de la pintura; y Beth (Eliza Scanlen) es una chica tímida y hogareña cuya mayor satisfacción es quedarse en casa rodeada de los suyos mientras toca el piano. Las hermanas viven con su madre, Marmee (Laura Dern), que les inculca valores de solidaridad y amor por el prójimo. Todas ellas verán cómo sus vidas cambian a medida que el mundo de los adultos las reclama, especialmente a partir de la llegada del joven Laurie (Timothée Chalamet).

Mujercitas Greta Gerwig

Habrá muchas personas que se acercarán por primera vez a esta historia, adaptada en repetidas ocasiones a lo largo de todo el siglo XX, tanto en el cine, como en el teatro e incluso el anime. Para ellas, es posible que los primeros compases de la película resulten algo caóticos, ya que los flashbacks y el presente se suceden sin establecer diferencias claras. Para mí, y para todos aquellos familiarizados con la obra original, el mayor desafío consiste en asumir las licencias claramente dirigidas a potenciar una feminidad más empoderada, una corriente coherente tanto con el hacer de Greta Gerwig como con el la misma autora de la obra.

Como ya sucedía en otras adaptaciones, el motor de la historia es Jo, un personaje con quien es fácil empatizar gracias a su espíritu indomable y a su evolución a través de los diferentes acontecimientos. Saoirse Ronan brinda una vez más una actuación sentida y honesta, un nexo perfectamente capaz de conectar con las generaciones actuales a pesar de los evidentes lastres de una época donde las mujeres estaban destinadas a casarse y a dedicarse a la crianza de sus hijos. Y también es, de la mano de Jo, de quien observamos las diferencias más claras con la historia original, unos cambios que satisfarán a unos y contrariarán a otros. Hablo de esto, más abajo, en la zona spoilers. 

Un cuento de Navidad

Desde luego, Mujercitas no podría haberse estrenado en una época más adecuada que la Navidad. La película avanza través de las pequeñas y grandes enseñanzas de la cotidianeidad, incluidos los cambios y las circunstancias más dramáticas. Todo ello viene enmarcado por una factura impecable, con una dirección más que solvente por parte de Gerwig y con una música deliciosa -no se me ocurre otra palabra para alabar, una vez más, la partitura de Desplat-. 

El guión apuesta por aportar un mayor peso a Marmee, dándole más humanidad escarbando en su coraza de mujer cumplidora y abnegada. También da una mayor entereza a Amy en su etapa de adulta, mostrando un claro contrapunto al personaje de Laurie, Peter Pan en potencia y eterno enamorado de quien no está dispuesto a corresponderle. También hay que decir que han aprovechado buena parte de los acontecimientos de la novela, haciendo de la adaptación una película muy fiel a la novela de Alcott, exceptuando su tramo final.

Saoirse Ronan y Timothée Chalamet en Mujercitas

Mujercitas, una vez más 

Hay decisiones en esta adaptación que no me han terminado de convencer, a pesar del indudable esfuerzo por aportar una visión actual, más contemporánea y afín a nuestros tiempos. Una de ellas sería la referente a elegir a Florence Pugh para el papel de Amy, actriz que siempre cumple con creces en sus papeles pero que se ve un tanto absurda dando vida a la menor de las hermanas March. Con su voz grave y sus rasgos claramente poco infantiles, es difícil creerse sus pataletas como Amy, aunque puedo llegar a entender la decisión estratégica de apostar por la talentosa actriz. 

Por su parte Chalamet y Watson cumplen, sin más. El primero brinda un Laurie más aniñado e inmaduro; la actriz, por su parte, se la ve cómoda en un rol que resultaría el menos agradecido del cuarteto protagonista si no fuera por el claro ninguneo al personaje de Beth, en un segundo plano. Las comparaciones son odiosas, pero me es difícil no recordar el gran papel que realizó Margaret O’Brian como Beth en la versión de 1949. Aunque también es cierto que, en aquella ocasión, el guión le dio un peso mayor a este personaje, cuya dinámica con Jo es esencial para transmitir la realidad sobre los mazazos que la vida nos tiene reservados a todos y a cada uno de nosotros.

ZONA SPOILER

Mi descontento hacia esta adaptación de Mujercitas viene dado, principalmente, por dos razones. La primera es la sensación de que, a pesar de los cambios introducidos, no dejamos de estar asistiendo a la misma historia, una que ya he visionado en demasiadas ocasiones y que no termina por aportarme nada nuevo que la haga memorable.

La segunda razón es por el devenir de Jo. Por una parte, me parece fantástica la decisión -arriesgada y acertada- de modificar el destino de la segunda hermana March. Su desenlace, en el que apuesta por la soltería y por dirigir una escuela mixta en la casa de su tía, le aporta una coherencia mucho mayor que la de la Jo original -que sucumbía finalmente al amor-. Estoy bastante segura que a Louisa May Alcott, mujer adelantada a su tiempo que decidió no casarse jamás, le habría congratulado este final para su alter ego

Sin embargo, siguiendo esta línea, no comprendo la decisión de hacer que Jo se desdiga de su decisión de no casarse con Laurie, hasta el punto de llegar a escribirle una carta declarando su aceptación a una hipotética segunda proposición de matrimonio. La Jo original sí llega a decir que, si Laurie se lo hubiera vuelto a pedir, aceptaría, pero no por amor sino por simple -y humano- miedo a la soledad. El hecho de situarla de vuelta a una órbita amorosa con Laurie me parece una profanación en toda regla de un personaje que jamás sintió hacia él nada más que amistad. 

FIN ZONA SPOILER

Conclusión sobre Mujercitas

Mujercitas funciona a la perfección como una amable cinta sobre la familia, la fraternidad y la aceptación del hecho de crecer. A pesar de que algunas decisiones argumentales y la sensación general de repetición de la fórmula hacen que no me haya gustado tanto como pensaba, lo cierto es que Mujercitas resulta la alternativa ideal para aquellos que estas Navidades prefieran pasarlas fuera de Nakatomi Plaza o, mejor aún, dándole un respiro al pobre George Bailey.

Ficha Mujercitas en Filmaffinity

Trailer Mujercitas

Noemí Escribano

Comunicadora Audiovisual, lectora voraz y procrastinadora nata.

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