Oporto en dos días – Torre de los Clérigos y Librería Lello
Oporto es una de las ciudades de la península que más ganas tenía de ver. Es un destino ideal de fin de semana, y por esa razón reservamos los últimos días de octubre para saldar esta cuenta pendiente. Sin más dilación, aquí tenéis mi crónica sobre qué hacer en Oporto en dos días.
Llegada a Oporto
Nuestro viaje a Oporto de un fin de semana no comenzó exactamente como habíamos planeado: llegamos dos horas más tarde al aeropuerto Francisco Sá Carneiro debido a un retraso en el vuelo. Nada nuevo cuando se trata de compañías low cost, aunque en este caso tuvimos la mala suerte de sufrir problemas con Ryanair tanto a la ida como a la vuelta…
Aterrizamos en el aeropuerto de Oporto a la 13 pm hora local y lo primero que hicimos fue adquirir una tarjeta Andante, que nos permitiría utilizar el transporte público de la ciudad durante 24 horas.
Para ir a la ciudad, la opción más rápida y sencilla es tomar el metro; en apenas 25 minutos se llega a los principales puntos de interés de Oporto. El metro de la línea E (violeta) dirección Estádio do Dragao nos permitió hacer transbordo en la estación de Trindade (línea D – amarilla), donde tomamos un tren para llegar a Jardim do Morro. Allí, nada más bajar, nos encontramos con las primeras vistas de la ciudad, realmente espectaculares y aderezadas de un tiempo envidiable.
Después, nos dirigimos a nuestro hotel, Reis de Gaia, situado en la ribera contraria a la mayoría de los principales puntos de interés de la ciudad. Aunque el hotel se encontraba en Vila Nova de Gaia, la distancia era irrisoria: diez minutos desde el puente de Don Luis I y ya estábamos en el hotel, muy recomendable por el precio, el trato y la calidad del alojamiento.
Ya desembarazados de nuestro ligero equipaje nos dispusimos a caminar por la ciudad. En la propia Vila Nova de Gaia están las famosas bodegas de la ciudad, en las que también es recomendable hacer una visita y probar los célebres vinos de la ciudad.
La estampa del río Douro y del barrio de la Ribeira es una de las más bonitas de la ciudad y se puede contemplar antes de cruzar el río por el puente Don Luis I, uno de los pasos más emblemáticos de la ciudad. Estuvimos tentados de realizar el tour de los seis puentes en barco, pero si disponéis de poco tiempo y presupuesto os recomiendo deleitaros con las vistas a través de los paseos por la ribera. Oporto es una ciudad que se disfruta paseando por sus calles, sin prisa alguna.
En esta ocasión, cruzamos el río por la parte inferior del puente, aunque también se puede cruzar por arriba, por donde pasa el metro. Es preferible cruzar por arriba cuando el sol empieza a caer y a las increíbles vistas se les une el atardecer.
Para llegar al centro de Oporto hay que caminar por algunas cuestas empinadas y repletas de encanto, donde no faltan los edificios con la fachadas de azulejos que son tan características en Portugal y que hacen de cada fotografía algo realmente hermoso.
El tiempo amenazaba lluvia (viajamos a finales de octubre), razón por la cual elegimos para nuestra primera parada la Torre de los Clérigos, desde la cual se puede contemplar una preciosa panorámica en 360º de la ciudad gracias a sus 76 metros de altura. Hay que subir unos cuantos escalones, pero creédme si os digo que la vista merece la subida. La entrada también te permite el acceso a la iglesia, construida entre 1735 y 1748.
Al bajar de la Torre de los Clérigos empezó a llover, de modo que tuvimos que refugiarnos, afortunadamente por poco tiempo, antes de proseguir el paseo.
Otra de las paradas imprescindibles de Oporto es la famosa Librería Lello e Irmao, una de las más hermosas de Europa y que sirvió como escenario de algunas escenas de la conocidísima saga Harry Potter de J.K. Rowling. Las entradas se adquieren en la tienda de la librería y cuestan 5€ que se descuentan del importe de cualquier libro que adquieras en el interior del recinto. Como se puede observar en las fotos, la arquitectura del local cuenta con muchísimos detalles bellísimos, entre ellos la vidriera del techo y la multitud de detalles tallados en la madera (y en el yeso).
Tras la visita a la librería nos acercamos hasta la Iglesia del Carmen, allí conocida como Igresia do Carmo. Construida en la segunda mitad del siglo XVIII, el estilo mezcla entre barroco y rococó destaca por su imponente fachada repleta de los típicos azulejos portugueses, que se pueden contemplar en varios edificios e iglesias de la ciudad.
En Oporto tampoco faltan los clásicos tranvías, con ese estilo tan de antaño e inconfundible que se ve algo deslucido por toda la publicidad que acarrean. Aun así, merece la pena detenerse a contemplar alguno de ellos… incluso a subirse en uno de ellos para la típica postal de Oporto.
Tras un poco más de callejeo, aún tuvimos tiempo para algunas paradas más: pero eso lo podréis ver en el siguiente post de nuestro primer día en Oporto.