‘Nacidos de la bruma’ – Brandon Sanderson
De la innumerable lista de cuentas pendientes con la literatura, una de las más acuciantes en los últimos tiempos correspondía a uno de los muchos textos de Brandon Sanderson. Su saga Mistborn –Nacidos de la bruma– es considerada como la más accesible para tener una primera toma de contacto con el imaginario de este autor, razón por la cual la elegí como primera lectura “sandersoniana”.
La reseña que os presento a continuación se divide en dos partes: la primera trata sobre el primer volumen de la saga y es libre de spoilers; en cambio, la segunda hace referencia al conjunto de la saga y se desvelan hechos primordiales de los libros. Sin más dilación, pasamos a hablar de Mistborn, una historia que, ya adelanto, los amantes de la literatura fantástica adulta disfrutaréis especialmente.
Trilogía Nacidos de la bruma
La primera trilogía de Nacidos de la bruma consta de tres volúmenes: El imperio final, El pozo de la ascensión y El héroe de las eras. La narración transcurre hasta un desenlace cerrado que tiene lugar en el tercer libro; sin embargo, el universo desarrollado en esta trilogía tiene continuación en otros tres tomos, cuya historia tiene lugar varios siglos después de los hechos acontecidos en El héroe de las eras. La segunda trilogía -formada por Aleación de ley, Sombras de identidad y Brazales de duelo– no será analizada en esta reseña.
Sinopsis El imperio final
A lo largo de mil años, los skaa han vivido bajo el yugo del Lord Legislador, deidad terrenal que gobierna un imperio decadente con mano de hierro. La sociedad se encuentra dividida de forma similar al sistema feudal y sus diferentes estratos sociales gozan de privilegios -en el caso de la nobleza- o sufren esclavitud -los skaas-, todo con el apoyo de la clase religiosa formada por obligadores e inquisidores, que ayudan a mantener el orden establecido.
Kelsier es un ladrón osado y carismático cuya intención es emprender toda una rebelión contra el sistema. Con la ayuda de su banda de ladrones y la aparición inesperada de la joven y desconfiada Vin, el grupo se dispondrá a emprender un plan capaz de poner en jaque la hegemonía de terror vigente.
Magia alomántica
Uno de los aspectos que parece resultar común en la literatura de Brandon Sanderson son sus sistemas de magia, distintos y espectaculares, pero siempre regidos por una serie de normas inmutables en base a la lógica. Por ejemplo, en Nacidos de la bruma, aquellos que se revelan como alománticos pueden “quemar” en su interior los metales -todos o sólo algunos- que proporcionan ciertas habilidades. Cada metal está emparejado con un antagonista; por ejemplo, el acero y el hierro sirven para empujar o atraer el metal respectivamente, algo que tiene utilidad tanto para sobrevolar una ciudad como para entrar en combate.
Aunque a veces el sistema de lucha derivado de los tirones y empujes de los metales puede resultar algo caótico en el momento de leerlo, éste no deja de ser un método tremendamente imaginativo de desarrollar una habilidad extraordinaria que, seamos sinceros, a la mayoría de fans de Sanderson nos encantaría ver un día en forma de adaptación cinematográfica.
Los diferentes metales alománticos y sus propiedades se van descubriendo en mayor profundidad, tanto en El imperio final como en los otros dos volúmenes de la saga.
Nacidos de las neblinas
Entre las virtudes de Nacidos de la bruma podemos encontrar su galería de personajes; la mayoría de ellos gozan de evolución o de suficiente entidad como seres pensantes -y cambiantes- como para provocar empatía hacia ellos. Desde la picaresca de Kelsier, un personaje que sabe encandilar a sus allegados pero que soporta un pasado muy tortuoso, hasta Vin, un personaje que experimenta una tremenda evolución a lo largo de toda la historia.
Todo eso sin contar el encanto de Brisa, Ham o Clubs, así como de todo un conjunto de personajes que se van incorporando a la trama con buen tino, haciéndose indispensables para muchos hechos venideros.
Religiones y deidades
Algo que desgranaré más en profundidad en la zona spoiler pero para lo que me detendré brevemente aquí es el tema de la religión. Si bien es algo que no me planteé hasta encontrarme prácticamente al final de El héroe de las eras, lo cierto es que la religión y los cultos tienen un papel fundamental en Nacidos de la bruma.
Desconocía totalmente que Brandon Sanderson era mormón, y saberlo me ha hecho releer bajo un nuevo prisma parte de lo acontecido en la trilogía. Sin desmerecer en ningún caso Nacidos de la bruma, dado que me parece una trilogía muy notable, sí es cierto que he terminado albergando ciertas suspicacias -ya presentes leyendo El héroe de las eras– respecto al discurso teológico que tiene lugar.
Aun así, repito: como persona totalmente atea que soy, debo decir que la lectura de Nacidos de la bruma no se siente imbuida por adoctrinamientos o moralinas religiosas, aunque es posible que en determinados fragmentos salten las alarmas. Sin embargo, considero que la inclusión religiosa está muy bien integrada en el desarrollo dramático de los acontecimientos y que la lectura se disfruta independientemente de las sensibilidades y creencias de cada uno.
A continuación paso a desgranar algunos hechos narrativos puntuales de la trilogía con libertad de spoilers. De modo que si no habéis leído Nacidos de la bruma, os recomiendo que paréis de leer en este mismo instante. Los que os quedéis aquí, os recomiendo encarecidamente que si disfrutáis de historias adultas y trágicas amparadas en mundos distópicos y con una buena dosis de fantasía, comencéis a leer Nacidos de la Bruma.
———————- SPOILERS ———————-
Apuntes sobre El pozo de la ascensión y El héroe de las Eras
Una de las mayores sorpresas para el lector tiene lugar durante el desenlace de El imperio final. La inesperada muerte de Kelsier supone un relevo funcional en la banda, así como una evolución de los roles que, como podemos ver más tarde, sienta a la perfección a una historia que se siente ideada -porque lo está- desde el mismo inicio.
Si bien, durante El héroe de las eras la mayor parte de los cabos sueltos de la historia finalmente encajan en el puzzle, existen algunas lagunas respecto al propio personaje de Kelsier que me suscitan curiosidad. ¿Estuvo alguna vez Kelsier conducido por Ruina o por Conservación? Teniendo en cuenta el papel casi premonitorio que Vin termina jugando, me extrañaría pensar que su relación con Kelsier es producto del azar.
Uno de los aspectos que me suponen una mezcla de sentimientos muy agridulce como lectora -pero que abogo totalmente por ello- es la falta de contemplaciones de Sanderson a la hora de desembarazarse de algunos personajes. Vin observa cómo su amado Elend pierde la cabeza -literal- a manos de Marsh, TenSoon jamás vuelve a encontrarse con su ama y Sazed a duras penas llega a disfrutar de su reencuentro con Tindwyl.
El relevo por parte de Elend y Vin, además de coherente a efectos de trama, sienta de maravilla a una historia henchida en aires más políticos durante El pozo de ascensión y, más tarde, dirigida al plano bélico y de mayor urgencia en El héroe de las Eras. Las dudas de Sazed respecto a sus creencias y la importancia capital que estas toman en el tramo final de la historia se integran a la perfección a lo largo del tercer volumen.
Conexiones religiosas en Nacidos de la bruma
Casualidad o no, el hecho de enterarme de que Brandon Sanderson es mormón implicó una relectura, una nueva mirada a la ficción y a sus posibles similitudes con la religión mormona. Hilando totalmente en grueso, me quedo con algunas frases extraídas de mi breve documentación respecto al mormonismo y que, casualidad o no, resultan plenamente aplicables al personaje de Sazed y a su destino final: “La forma de vivir en esta vida determina el estatus que tendrán las personas en la vida después de la resurrección. Si los hechos de esta vida han sido satisfactorios y las obligaciones del templo cumplidas, el individuo se convierte en un dios y es considerado apto para procrear hijos espirituales […]”.
De hecho, me resultó particular la referencia en Nacidos de la bruma a la posible resurrección de Vin y Elend, como si fuera algo dentro de los posibles de la recién estrenada divinidad de Sazed. Dos apuntes más extraídos de la religión mormona: “… a través del sacrificio de Cristo, toda la humanidad puede ser salvada, por la obediencia de las leyes y ordenanzas del evangelio”. […] “Todos los seres y espíritus, incluyendo a Jesús y a Satanás, existieron como seres espirituales antes de nacer”.
Vin toma el poder de conservación -Dios-, mientra que un pelirrojo desconocido da cuerpo a Ruina -Satanás-. Kelsier y Fantasma acaban ejerciendo como divinidades terrenales gracias a su acción a favor de los skaa. Vin se sacrifica tratando de deshacerse de Ruina; pero finalmente es Sazed quien incorpora tanto a Ruina como a Conservación a su ser, el equilibrio capaz de dar vida.
De esta forma, y a pesar de no ser creyente, me resulta fascinante hallar este tipo de conexiones -más o menos intencionadas- con el culto plasmado en Nacidos de la bruma. Sea como sea, reconozco que la dosificación de la información a la largo de la trilogía hasta conocer la naturaleza de Ruina y Conservación es maestra.