‘Ready Player One’ – el Oasis de una generación
Desde que se anunció el rodaje de Ready Player One estuve durante bastante tiempo alejada del hype acumulado sobre cómo sería el nuevo film de Steven Spielberg. No me malinterpretéis; considero que cualquier nueva producción del rey Midas de Hollywood es una noticia a celebrar, pero desconocía la existencia de la novela de Ernest Cline. Por lo tanto, no sentía esa ansia que suele surgir cuando has leído el material de base y quieres visionar la adaptación -como cuando me enteré que iban a llevar a la gran pantalla Los juegos del hambre y pasé varios meses de hype desmedido-.
Cuando faltaba poco el estreno, llegaron las prisas por leer la novela, cosa que hice en un lapso de tiempo durante el cual también vi la película en el cine. Esta crítica es bastante híbrida, pues me es imposible no comparar dos materiales que he consumido de forma tan reciente. Por lo tanto, aviso para navegantes: esta crítica incluye tanto spoilers de la novela como de la película.
Ready Player One: una novela de Ernest cline
Uno de los aspectos que me chocó descubrir fue que a Ernest Cline -autor de la novela- le tentaron para que vendiera los derechos del libro incluso antes de publicarlo. Se había visto el potencial de Ready Player One, no sólo como best-seller sino también para convertirse en un blockbuster de éxito. Los ingredientes estaban ahí: un futuro distópico (aunque no tanto), una tecnología rabiosamente futurista y una narración dividida en fases para la resolución de diferentes retos.
Primero, voy a responder a la pregunta -muy manida, lo sé, pero ineludible- de si me ha gustado más el libro o la película. En este caso, me toca afirmar que para mí la ganadora indiscutible ha sido la obra de Spielberg. No creo que Ready Player One, como filme, sea la obra maestra que algunos señalan, pero sí es cierto que la disfruté enormemente, algo en lo que entraré en más detalle en el siguiente apartado.
Por lo pronto, la novela: Ready Player One se desarrolla a lo largo de más de 500 páginas durante las cuales la historia sufre variaciones de ritmo bastante graves. Su protagonista, (Wade o Parzival según guste) es un chaval con una vida difícil fuera de Oasis -una realidad virtual tan inmersiva que supone una segunda vida para muchos-. Su actitud es algo descarada pero de su personalidad podemos extraer bien poco, algo que sucede con prácticamente todos los personajes del libro. Esto provoca cierta ‘desidia empática’ respecto a sus vicisitudes, aunque sí sentí curiosidad por conocer qué pruebas implicaban el reto del Easter Egg de Halliday y cómo se resolverán.
Un compendio de referencias
Entiendo que las referencias sobre videojuegos y cine son un elemento indispensable para el desarrollo de Ready Player One. Sin embargo, el lector se siente como si estuviera asistiendo a un desfile interminable de referencias que apelan poco a la nostalgia y que se diluyen en una narración algo abarrotada que no las sostiene en absoluto. Se hubiera agradecido un poco más de maña a la hora de introducir las referencias, o incluso añadir un anexo para consultar aquellos datos que el lector no reconociera de buenas a primeras.
Me considero una lectora rápida, sobre todo cuando una novela me engancha mínimamente, pero lo cierto es que me tomé con cierta parsimonia la lectura de Ready Player One. Mi impresión general fue la de estar leyendo una buena idea en manos de un autor poco diestro, para finalmente desembocar en un desenlace que no terminó por llenarme. Son pocas las veces que puedo decir que el guión cinematográfico supera al material original en cuestión de añadir nuevos matices, algo que, curiosamente, sí sucede en el film de Spielberg.
Spielberg adapta Oasis
Algunos de mis compañeros de Butaca y Butacón pudieron ver la película en los pases de prensa previos al estreno. La opinión general es que estábamos ante una obra maestra que lograba apelar a la nostalgia ochentera de una forma intachable, además de conseguir una gran maestría visual y un entretenimiento sin par.
Mi problema principal con Ready player one es que esperaba con tanta intensidad que me hiciera sentir las mismas emociones que a mis compañeros que, cuando no fue así, no pude sino experimentar cierta decepción. Eso no quita que el film de Spielberg sea, sin duda alguna, entretenidísimo. Entrar en Oasis implica una desconexión inmediata para el espectador, capaz de maravillarse ante un universo de posibilidades infinitas donde emular a tus héroes de ficción.
Tuvimos un pequeño debate al respecto: para mí, Ready Player One no tiene “ese algo” capaz de emocionarme que ha hecho que muchos hayan caído rendidos a sus encantos, a pesar que la disfruté muchísimo. Pero también es cierto que las emociones que experimentamos viendo una película son, en gran parte, subjetivas, y ese es uno de los aspectos más hermosos del cine. Y lo que Spielberg ha logrado para mucha gente es digno de admiración.
Una adaptación con matices
Si tengo que destacar una parte concreta del filme, sin duda la escena del hotel Overlook y su homenaje a El Resplandor serían de lo mejor de la película. Sé que Ready Player One es rica en referencias a videojuegos, pero debido a mi falta de bagaje en este ámbito me he perdido gran parte de los guiños. Para muchos, el clímax de la película apela directamente a la sensación de entrar en una raid de clan para vencer en la batalla final.
Por otra parte, he notado una enorme mejoría en la historia respecto a la novela original. Para empezar, los personajes y sus formas de interactuar: no solamente en el caso de Parzival y Art3mis, con un desarrollo más acelerado (obvio) pero más rico en matices. También la propia historia de Halliway y su compañero Og -¿un poco Jobs/Wozniak?- . Gracias a ello, obtenemos una mejoría en el desenlace, más emocionante y con una prueba final que da valor a lo aprendido durante el camino. Wade rechaza firmar porque sabe que el mayor error de Halliway fue prescindir de su amigo, algo que entronca con mensaje latente a lo largo de la narración.
Para finalizar, también comentar que algunos cambios en las pruebas respecto la novela me parecieron buenas decisiones. La carrera inicial o sustituir Juegos de guerra por El Resplandor me parecen modificaciones muy atinadas, tanto a nivel de hacer partícipe a más personas como a efectos de espectacularidad. Aquí cabe admitir que el film contaba con una gran baza respecto a la novela. Para crear guiños, a Spielberg sólo le bastaba con introducir a ciertos personajes pululando entre la orgía de estímulos visuales. No es así siempre, pero en esta ocasión las imágenes valen más que mil palabras.