Festival de Sitges 2019 – 52ª Festival de Cine Fantástico de Cataluña

Hace ya varias semanas que el Festival Internacional de Cine Fantástico de Cataluña (Festival de Sitges 2019 para los amigos) terminó, pero los efectos de haber vivido por primera vez esta experiencia aún perduran. Ahora, cuando voy al cine, siento un pequeño pinchazo de decepción cuando no veo a King Kong emergiendo de las aguas para poder prestar el aplauso de rigor. Acudir acreditada al Festival de Sitges era uno de mis sueños, y por fin este año lo pude cumplir. 

Cuadrar horarios ha sido una auténtica locura; muchos de los filmes que un principio tenía reservados fueron cayendo debido a otros compromisos laborales. Aun así, no me puedo quejar: un total de 17 películas vistas entre el 3 y el 13 de octubre. Sabiendo de primera mano los atracones cinematográficos que se han dado muchos de mis compañer@s, sé que suena a poco, pero creedme si digo que mi hazaña particular ha sido todo un logro.

El año que viene, habrá más y, por qué no, mejor. De momento, ahora sí, os dejo con esta crónica de lo visto y vivido a lo largo de la 52ª edición del Festival de Sitges

Photocall Synchronic

Día 1: dramas daneses y pistolas atornilladas

Mi primera película del Festival de Sitges 2019 fue una de mis mayores decepciones, ya que no esperaba en absoluto que Suicide Tourist fuera un drama tan plomizo. Siempre resulta curioso ver a actores “en riesgo de quedar encasillados” encarnar otros roles y ver qué tal se desenvuelven. En este caso, me gustaría decir que el encantador Nikolaj Coster-Waldau sirve un gran papel, pero el problema es que la película de Jonas Alexander Arnby resulta tan insípida y aséptica, que la interpretación de Coster-Waldau queda bien integrada en esa descripción. Suicide Tourist es un filme que se desvía del fantástico para ahondar en el drama: su protagonista, un hombre con un tumor cerebral, explora la idea del suicidio asistido a manos de una misteriosa empresa llamada Aurora. La premisa resulta atractiva, pero el exceso de frialdad llega a insensibilizar al espectador.

De drama aséptico pasamos a un chute de adrenalina como es Guns Akimbo, una cinta tan opuesta a la anterior -tan sumamente viva- que es posible que mi desmedido entusiasmo hacia ella esté condicionado por el chasco anterior. Miles es un millennial insatisfecho con su vida que se ve metido en un survival game retransmitido de forma online. La lección del día es que si te tienen que ver millones de personas en Internet, mejor asegúrate de llevar puesto algo más que unos calzoncillos y unas pantuflas de tigre. Guns Akimbo es una locura entretenidísima que se me pasó volando. Daniel Radcliffe cumple con creces y Samara Weaving suma números para ser la reina de Sitges 2019 (spoiler: lo logra en Noche de bodas). 

Guns Akimbo, de Jason Lei Howden

Día 2: terror helado, novias en Converse y “Sion Sono, lo siento pero no”

Una de las cosas que he aprendido este Sitges es que las malas elecciones de planificación se pagan con frustración y cantidades ingentes de envidia. Lo experimenté tras quitar de mis reservas El hoyo (ganadora del Festival de Sitges 2019) y Ventajas de viajar en tren, dos de los hits de esta edición. A la lista de “grandes decisiones”, podemos añadir el optar por The Beach House en el pase matutino del segundo día. Arrebujada en mi butaca del Prado, luché contra la somnolencia en una película que empieza bien (“hombre, sale Michael de Amanecer de los muertos”) pero que rápidamente deja claro que no sabe de dónde viene ni a dónde va. El director desconocía esta cuestión y yo menos; en fin, para el recuerdo quedan algunos planos resultones de este virus “zombie” venido de las profundidades marítimas. Y ya está.

Por suerte, la sesión doble que venía a continuación fue una de las mejores del festival. En primer lugar The Lodge, una película a la que sin duda dedicaré un post para ella sola. Como todo buen film de terror, se ha quedado resonando en mi cabeza semanas después de haberla visionado, especialmente un par de momentos que me pusieron los pelos como escarpias. Tensa, en escalada continua y gratificantemente desconcertante, pues hasta bien avanzada la cinta no sabes por dónde te está llevando la cosa. Los ecos de Hereditary sugeridos en el trailer se quedan sólo en eso. Y en una casita de muñecas -estoy empezando a odiarlas-. 

The Lodge, de Severin Fiala, Veronika Franz

Sin duda The Lodge se erige como una de mis favoritas de este Festival de Sitges 2019 y, tristemente debo decir, como una de las pocas que me ha producido algo parecido al miedo. Porque, desde luego, Noche de bodas no es la mejor opción para unos buenos sustos, aunque sí para echar una horita y media muy entretenida. Aquí sí, Samara Weaving toma el control absoluto: una novia a la fuga encerrada con una familia un pelín supersticiosa. Noche de bodas podría haber sido más brutal, más salvaje, más… muchas cosas, pero no se le puede negar que cumple. Y no faltaron un par de momentos de aplauso, cosa que se se agradece. 

Con The Forest of love, correremos un tupido velo. Lo siento, Sion Sono; me estrené con tu cine viendo esta película y por lo visto ha sido una terrible decisión. Tras una hora de adolescentes pizpiretas e intensas hasta el delirio, frases desubicadas y cosas muy raras, decidí abortar la misión e ir a comer, que llevaba ya 8 horas de ayuno. 

De camino al tren me encontré una muchedumbre gritando “¡¡¡Nikolai, Nikolai!!!” y sí, en efecto. Ahí estaba el guapísimo Nikolaj Coster-Waldau repartiendo carisma y autógrafos. Yo también logré echarle una foto a poca distancia mientras un par de señoras comentaban que “era más guapo que en la tele”.

Nikolaj Coster-Waldau

Después, ya sí, emprendí el camino a casa: todavía me que quedaba ver el Joker, porque yo soy así de coherente. O me paso un mes sin ir al cine o veo cinco en un solo día. 

Día 3: deseos que se tuercen y duelos en alta mar 

Mi tercer día fue, en realidad, el cuarto. Tras dormir poco más de cuatro horas, logré salir de la cama y plantarme en Sitges el domingo. Pocas cosas son capaces de conseguir una hazaña como ésta (yo, levantada a las 7 am, un domingo), pero la expectación por ver The Lighthouse lo merecía. Antes, ya que estaba, adelanté mi visita al Auditori para ver The Room (tranquilos, no es la de Tommy Wiseau), un filme con moraleja en letras de neón (CUIDADO CON LO QUE DESEAS) a la que le falta más mala uva y menos tratar de ahondar en unos personajes que, la verdad, me cayeron ligeramente mal desde el principio. A diferencia de lo que suele pasar con otras películas, The Room se recrea demasiado en su tramo inicial, pero lo cierto es que pasa lo suficientemente bien como para no considerarse fail. 

Ahora sí, el momento que muchos estábamos esperando. La tensión en el Auditori era palpable, o quizás sólo era yo dando saltitos en mi butaca. The lighthouse, la nueva película de Robert Eggers, con unos descomunales Willem Dafoe y Robert Pattinson. Un descenso a los infiernos en toda regla -permitidme que vuelva a usar esta manida frase-, aunque debo decir que la isla donde se sitúa la acción tampoco es que fuera muy paradisíaca desde buen inicio. No me voy a extender más: mi filme favorito de Sitges 2019 y una de mis preferidas del año en general. Tenéis la crítica completa en este enlace, donde me extiendo a gusto sobre la película. Se lo merece. 

The Lighthouse, Robert Eggers

Día 4: Gaspar Noé, devuélveme mis ojos, Wasikowska, ¿por qué me odias? y aceptamos Daniel isn’t real como malote de compañía. 

La mañana de mi cuarto día en el Festival de Sitges 2019 empieza potente. Corro -casi vuelo- al pase de la esperada Lux aeterna del siempre controvertido Gaspar Noé. El hecho de que llegara casi tarde a la proyección sería anecdótico si no fuera porque la única butaca que quedaba libre era en un lateral… de la primera fila. Creedme si os digo que contemplar allí ese delirio cromático no apto para epilépticos casi me deja sin visión para los restos.

Gaspar Noé presentando Lux Aeterna

Aun así, muy disfrutable este cortometraje con diferentes perspectivas a un tiempo -imposible no pensar en Brian de Palma. Mejor aún fue escuchar al propio Noé contestar de forma harto pragmática las preguntas de la audiencia. Y sí, la lección global y respuesta universal a casi cualquier pregunta enrevesada termina siendo “es una película”. 

Judy & Punch, de Mirrah Foulkes

Tras el subidón de Lux Aeterna me fui a ver Judy & Punch, no sin cierta reticencia que, por desgracia, terminó siendo fundada. Tengo un problema, y es que Mia Wasikowska me encanta como actriz pero me ha hecho sufrir obras como la insoportable Alicia en el País de las Maravillas, la soporífera Damsel y ahora Judy & Punch. Y yo, que no aprendo, seguiré tragando más bodrios por ella. Pero para mí, esta historia de venganza descafeinada y sin rumbo fijo es un “no” absoluto. 

Por suerte, Adam Egypt Mortimer logró salvarme los muebles con su Daniel isn’t Real. El director vino a presentar la película y, de un humor espléndido y claramente entusiasmado por estar en el festival, habló del enfoque fantástico elegido para temas tan espinosos como los que la película muestra. Tanto Miles Robbins como Patrick Schwarzenegger están estupendos en este drama fantástico -éste sí- sobre un amigo imaginario más real de lo necesario. Muy satisfactoria y ovación para terminar el día. 

Día 5: habemus killer style, cuentos para no dormir y photocalls improvisados

Le daim, de Quentin Dupieux

El día intensivo en el Auditori empezó estupendamente con Le daim, una ida de pinza de las que hacen época -o festival-. Maravillosa esta historia sobre un hombre enamorado de sí mismo y de su chaqueta de ciervo. Le cuesta arrancar, pero merece muchísimo la pena. Esa era la locura que sólo Sitges podía presentar y que yo me moría por ver. Además, la película también aprovecha para reírse de esa fina línea entre creatividad de autor y producto del montón. Como comunicadora audiovisual que soy, supe reírme del chiste. 

Después, el equipo de Achoura vino a presentar su película, un cuento de terror marroquí con evidentes ecos de IT que, si bien no pasa de resultón, sirve para valorar los nuevos mercados cinematográficos emergentes y su apuesta por el fantástico. Lástima que el film resultara un calco endeble de una historia de terror que ya hemos visto en multitud de ocasiones. Eso sí, el equipo majísimo, presentando la película con mucho entusiasmo y ganas evidentes de que el público la disfrutara. 

El equipo de Achoura en Sitges 2019

Para acabar el día, una dosis de nostalgia y buenos sentimientos en forma de anime. Her blue sky es un satisfactorio ejercicio de revisión sobre el paso del tiempo, las relaciones y las heridas sin cerrar. Simpática y emotiva por momentos, constituyó un agradable cierre para un día de lo más variado.

Her blue sky, de Tatsuyuki Nagai

Además, también contamos con la presencia del director y de varios de los actores japoneses que prestan voz a los personajes principales. Para jolgorio de la audiencia, la actriz Riho Yoshioka declaró su amor al jamón (“¡muy rico!”) y todo el equipo terminó haciéndose lo que pareció un book de fotos frente a la pantalla del festival. 

El equipo de Her blue sky

Día 6: “colega, ¿dónde está mi mano?” y gansadas made in China 

Mi penúltimo día en el Festival de Sitges 2019 tuve que reducir la gran maratón a sólo dos películas. Para empezar, un filme de animación francés llamado ¿Dónde está mi cuerpo? de Jérémy Claplin, que en breve se podrá disfrutar en la plataforma Netflix (como otras tantas obras estrenadas en el festival). La película, si bien en algunos momentos es demasiado dispersa, es buena radiografiando la soledad y la añoranza, En algunos momentos, la nostalgia es tan vívida que llega a doler, así como el peso de los recuerdos del pasado. Una obra sentida muy recomendable. 

Cambio total de tercio con El lago del ganso salvaje. La película de Diao Yinan tiene grandes virtudes que quedan sepultadas por un metraje que se siente alargado hasta el infinito y más allá, así como por una trama algo desmadejada. Reuní verdaderos esfuerzos para que Morfeo no se me llevara; suerte de la secuencia de la coreografía grupal de Rasputín, que me despertó de golpe. Eso sí, fotografía de aplauso y unos estallidos de violencia tan viscerales que suponen un gran contraste con la calma medida de este largometraje. 

El lago del ganso salvaje, de Diao Yinan

[ahora, omitiremos que no pude acudir al festival al día siguiente, y no ahondaremos en la herida de haberme perdido Colour our of space y la presencia de Sam Neil.

Aún sigo llorando].

Día 7 – “Always take the weather with you”

Para terminar el Festival de Sitges 2019, nada mejor que visionar El tiempo contigo, nueva obra de Makoto Shinkai (Your Name). El filme, si bien me pareció que repetía demasiado los esquemas de su anterior hit, me resultó muy feel good y hermosa visualmente, llegando a emocionar en algunos momentos. La poesía visual de algunas secuencias resulta muy disfrutable; no lo es tanto la sensación de estar viendo una buena idea pobremente desarrollada a lo largo de dos horas.

Aun así, un buen cierre para un festival donde he disfrutado de cine de todo tipo. No sé si ha sido debido a mi planificación o que realmente el tono general de la edición ha sido éste, pero “terror”, más bien poco. Los caminos del cine fantástico son inescrutables y es agradable ver la variedad de filmes que parten o se acercan a una premisa propia del festival. De lo que no cabe ninguna duda es que ya estoy ansiosa por volver Sitges para ver decenas de películas, aplaudir y vivir la experiencia con tantos cinéfilos (un abrazo para los twitteros que me encontré y también otro para los que finalmente no pude saludar).

En definitiva, ganas de volver a Sitges a vivir el cine como pocos lugares hoy en día lo permiten. ¡Hasta el año que viene! 

Noemí Escribano

Comunicadora Audiovisual, lectora voraz y procrastinadora nata.

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